Había un niño llamado Donald que amaba mascar chicle. Le gustaba hacer burbujas grandes en su boca que reventaban con mucho ruido. Bueno, una tarde soleada mientras Donald masticaba su chicle, algo gracioso sucedió. El chicle se quedó atrapado en su cabello por accidente. ¡Pero fue un problema muy tonto y pegajoso! Donald todavía estaba un poco ansioso y necesitaba apoyo. Entonces, se acercó a su mamá y le pidió ayuda para quitar el chicle de su cabeza. [7] Ella lo ayudó delicadamente, y pronto el chicle estaba fuera.
Después de esa situación pegajosa, Donald estaba decidido a aprender el arte de soplar burbujas. Practicó y practicó hasta que finalmente lo hizo perfectamente. Si podía soplar una gran burbuja [¡estaba tan orgulloso de sí mismo]! Estaba tan emocionado por mostrarle a sus amigos lo que había aprendido. Donald mostró a sus amigos su talento para soplar burbujas y ellos quedaron asombrados e impresionados. La multitud lo aplaudió, y eso solo lo hizo sentir aún más feliz.
Mientras masticaba a través de las burbujas que subían, Donald aprendió algunas reglas clave sobre la etiqueta del chicle. Aprendió que soplar burbujas justo en la cara de alguien o hablar con una gran burbuja en la boca era grosero. Quería ser un buen amigo y no molestar a nadie. Donald también aprendió que, cuando ya no tenía más chicle para mascar, debía desecharlo adecuadamente. No quería dejar un desorden para que otra persona lo limpiara, no, y quería que su entorno estuviera limpio también.
Pero entonces un día, Donald tuvo un enorme desastre con el chicle. Se emocionó mucho intentando hacer la burbuja más grande que jamás había hecho ¡Pero luego el chicle estalló con fuerza y explotó por toda su cara y ropa. Fue una sorpresa muy desordenada! Donald se sentía bastante pegajoso, aunque algo avergonzado. Tuvo que apresurarse a cambiarse de ropa y ducharse para intentar lavar todo el chicle de su piel y su cabello.
En este momento ridículo, Donald se dio cuenta de cuánto quería practicar más con su chicle. Empezó a probar diferentes sabores de chicle: fresa, sandía, y trabajando en nuevas formas de hacer burbujas. Incluso comenzó a darle a sus amigos prácticos tutoriales sobre cómo mascar chicle como un profesional. Les daba consejos a sus amigos y ellos realmente lo apreciaban y aprendían de él.
A Donald simplemente le gustaba masticar chicle. Esta era una actividad divertida que le traía alegría y ponía una sonrisa en su rostro. Mientras siguiera todas las reglas de etiqueta del chicle, estaba listo para seguir adelante, y Tara no volvería a meterse en una situación pegajosa.